MEDICINA TRADICIONAL EN FUERTEVENTURA
Muchos han sido históricamente los problemas sanitarios en la isla. La penuria de medios ha sido crónica en Fuerteventura y la población de siempre ha sufrido las consecuencias de la insularidad, la lejanía y el abandono. Así, por ejemplo, en el siglo XVIII, cuando el navegante inglés George Glas describió las costumbres de la isla, contaba que algunos pescadores cogieron una gran tortuga, y tras cortarle la cabeza, todos bebieron su sangre con sus manos alegando “que era un remedio excelente contra el prurito”, puesto que tenían “sus manos llenas de costras y úlceras”.
También en el siglo XIX el investigador francés René Verneau se refería a las condiciones sanitarias de la época relatando que en las inmediaciones de La Oliva vio como “seis mujeres tendidas a la sombra de una roca se buscaban mutuamente los parásitos de los que su cabeza estaba llena”
A principios del siglo XX existió en la isla el médico de los corderos, sanador popular que recorría la isla en burro administrando hierbas y preparados naturales a quienes demandaran de sus servicios. Y la llegada de los primeros médicos profesionales no impidió que determinados sanadores o esteleros, muy populares en la Isla, continuaran efectuando determinadas curaciones.
En 1989 tuvimos la oportunidad de entrevistar en La Oliva a José González Pérez, estelero ciego y manco cuyos problemas físicos no le impedían desarrollar una continuada labor sanitaria.