En el siglo XVIII entre los años 1739 y 1748
España entró en guerra contra
Inglaterra, en la llamada “Guerra de la Oreja”. En el fondo del asunto el
control de ambas potencias por el
Atlántico y el comercio americano y el pretexto para el desarrollo de
las hostilidades se dio cuando un capitán de un navío español apresó al
contrabandista y corsario inglés Robert
Jenkins cortándole la oreja y diciéndole
“ ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”, y
cuando el pirata inglés compareció ante la Cámara de los Comunes con su oreja
en un frasco , al considerarse insultante lo sucedido, los británicos acordaron
declararle la guerra a España en 1739.
En
Fuerteventura, las tropas inglesas desembarcaron en Gran Tarajal y los milicianos
majoreros entonando ajijíes, con sus palos y camellos los derrotarían en dos
ocasiones como es bien conocido. Pero las repercusiones de la guerra aún fueron
más amplias puesto que los británicos siguieron castigando las posesiones españoles durante años. Y así
en 1743 en Fuerteventura fueron apresadas “muchas personas de esta isla” por un
corsario ingles según cuenta un vecino de los Valles de Ortega en un documento rescatado por el genealogista
Juan Ramón García Torres.