domingo, 14 de octubre de 2012


                        RANCHO DE ÁNIMAS EN FUERTEVENTURA

                  Cada tarde-noche del 31 de octubre se organizaba el rancho de ánimas en diversos lugares de Fuerteventura. Existió antiguamente el rancho de Betancuria, el de La Oliva, de Tetir  etc, aunque ya hace más de 50 años que estas agrupaciones interrumpieron su actividad exceptuando el de Tiscamanita.
                Además de los instrumentos tradicionales se llevaba siempre una o varias espadas de hierro cilíndricas con puntas romas que se tocaba con otro de menores dimensiones y siempre destacaba la voz de algunos prestigiosos solistas que se acompañaban del coro. Al  anochecer se encendían hogueras en algunas montañas y con burro y alforjas se  accedía a las casas donde el  mayordomo del rancho iniciaba los cánticos a los difuntos  solicitando permiso diciendo “vamos a ver cómo estamos, a ver si cantamos”, o “se canta o se reza”, y si se consentía se iniciaba el repertorio, en ocasiones las coplas de la Virgen de la Peña, pero usualmente se improvisaban coplas referidas a las personas fallecidas.  

                                        

                A cambio siempre se les invitaba a algo de comida y a algunas copas pero si esto no sucedía se incitaba a ello con las coplas:  “ Si tiene tocino haga una fritura, traigo la barriga pegada a la cintura”. Y tras las copas y las coplas se continuaba el vía crucis no sin antes recoger y cargar en las alforjas los regalos que se recibían. Raramente algo de dinero y de forma usual en especies: chícharos, garbanzos, trigo, huevos etc.
                En caso de que lo ofrecido no fuese generoso, los cantadores entonaban coplas ya menos respetuosas como esta “Yo le digo a usted don Juan que si no me da una peseta, para el año que venga no tiene que sembrar” o “Si este ventero se salva, se salva el macho de mis cabras”. 
Pero el rancho de ánimas no sólo perseguía la finalidad de rememorar con cantos a los difuntos, sino que también actuaba como institución catalizadora de la moral cristiana y así en ocasiones  las coplas recordaban las “deficiencias “ de algunos fieles : “Aquí vive el pollo Sánchez, aquí vive el  -Orejeta-, aquí vive el que mantiene dos mujeres por su cuenta”.
Juan Ramón Rodríguez alma del rancho de Tiscamanita
El rancho de ánimas finalizaba su recorrido ya de día en la iglesia del pueblo donde era recibido por los vecinos, iniciándose la procesión con el Santo. Luego se le entregaban al párroco los donativos recogidos.  El dinero ofrecido iba a las arcas de la iglesia y se invertía en la celebración  de misas de difuntos, y los objetos y alimentos eran administrados por el párroco. También era usual que las semillas fueran  plantadas en una “pionada” por todos los vecinos en terrenos eclesiásticos que en Tiscamanita nos contaba D. Juan Ramón Ramírez estaban en las Hoyas de San Marcos”.